La iconografía románica tiene una función expresiva y simbólica: las imágenes envían un mensaje y encarnan un poder sobrenatural. Un buen número de las imágenes desean expresar la omnipotencia divina. Además, es diversa, y son motivos frecuentes aquellos que exaltan la gloria y el triunfo de Cristo, como la Ascensión a los cielos o, sobre todo, la Maiestas Domini, la visión apocalíptica de Cristo en Majestad, como en las iglesias francesas de San Pedro de Moissac o de Santa Magdalena de Vezelay.
La Iglesia trata de instruir a los fieles en el cumplimiento de los preceptos divinos que, en medio de las precariedades mundanas, los permitan alcanzar la gloria eterna. Por eso también abunda la representación del Juicio Final, visión reveladora de lo que espera a cada uno, que alcanzará su premio o castigo.
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